Comunicación directa

con El Eterno

Compartiendo la Palabra del Eterno

Por la paz...

SEMANA 38


Koraj (Números 16-18)

Por la paz

Por: Rav Yehuda Appel


Rav Isser Zalman Meltzer fue un gran sabio de Jerusalem que vivió hace unos 100 años. En una de sus clases de Talmud, un joven que por lo general no participaba en los diálogos dijo que la interpretación de Rav Méltzer contradecía al Sfat Emet, el gran comentarista talmúdico. Rav Méltzer, un destacado erudito en Talmud, se disculpó por su error y pidió permiso para continuar.

Después de la clase, uno de los mejores estudiantes de Rav Méltzer le dijo: "Rabino, no entiendo. En primer lugar, su interpretación no contradecía a la del Sfat Emet. Además, incluso si lo hubiera hecho, no tiene nada de malo ofrecer una explicación diferente".

Rav Méltzer le respondió: "Vi que en la clase había un hombre mayor que generalmente no viene a escucharme. Además, el estudiante que formuló la pregunta por lo general no participa de las discusiones. Pensé que estas dos circunstancias inusuales podían estar relacionadas. Quizás el hombre mayor estaba analizando al joven como un posible yerno. En ese caso, no quise provocar que el joven quedara mal”.

Una semana después se supo que la suposición de Rav Méltzer fue correcta: el estudiante que había formulado esa pregunta se comprometió con la hija del hombre mayor.

La verdadera humildad implica estar dispuesto a quedar mal uno mismo para ayudar a otros. Un ejemplo de esto lo encontramos en Kóraj, la parashá de esta semana.

Kóraj, un primo de Moshé y Aharón, comenzó una rebelión en su contra. Él sostuvo que Moshé y Aharón se apoderaron injustamente de los roles de liderazgo e ignoraron los poderes proféticos del resto de la nación. Kóraj dijo que Moshé y Aharón no eran más sagrados que el resto del pueblo y se burló de sus enseñanzas. Datán, Aviram y otras 250 personas se unieron a la causa de Kóraj.

¿Se justificaba el reclamo de los rebeldes? No, ¡era completamente absurdo! ¿Cómo podían acusar a Moshé de arrebatar el poder, cuando de hecho Dios tuvo que persuadirlo para que asumiera el rol de liderazgo? Más aún, la Torá describe a Moshé como el más humilde de los hombres. ¡Lo último que él deseaba era acaparar el poder!

Moshé les dijo a los rebeldes que si tenían alguna duda sobre la designación de Aharón como Sumo Sacerdote, estaba dispuesto a realizar la siguiente prueba: cada persona que deseara poner en duda la posición de Aharón debía llevar una ofrenda de incienso y aquél a quien Dios eligiera se convertiría en Sumo Sacerdote. Moshé estuvo dispuesto a arriesgar su posición para calmar a los rebeldes.

A continuación, en un sorprendente ejemplo de humildad, Moshé pidió reunirse con Datán y Aviram. A pesar de que eran rebeldes y provocadores, y que Moshé se arriesgaba a ser humillado al encontrarse con ellos, de todas formas intentó hacer las paces.

Como era de esperar, Datán y Aviram rechazaron la oferta de Moshé y lo insultaron. Al fracasar este último esfuerzo, la suerte quedó echada y el desafortunado episodio terminó cuando se abrió la tierra y tragó a los rebeldes.

De esta historia podemos aprender una dramática lección. Si bien Moshé actuó de la forma correcta y se expuso a los insultos y la humillación, él hizo todo lo que pudo para evitar una tragedia. Al actuar de esta forma, Moshé les dio a las generaciones siguientes un modelo ejemplar de lo que es la humildad, y mostró lo lejos que debemos llegar y dejar de lado el ego en beneficio de la paz.



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Esperanzas para el futuro

SEMANA 37


Shlaj (Números 13-15)

Esperanzas para el futuro


Por: Rav Yehuda Appel.

En los años previos a la Segunda Guerra Mundial las jasiduiot de Belz y Munkatj no se llevaban muy bien. En la ciudad de Munkatj vivía un jasid de Belz llamado Moshé Silber. Él era completamente leal a su Rebe y a menudo discutía con el Rebe de Munkatj. Un día, en medio de una discusión, el Rebe de Munkatj miró a Moshé Silber y le dijo: “¡Tú morirás con el talit katán puesto!” (Un talit Katán es la prenda con flecos que los hombres religiosos usan debajo de la camisa).

Algunos años más tarde comenzó la guerra y Moshé Silber fue deportado a Auschwitz. La amenaza de muerte era constante. Sufrió hambre, enfermedades y una brutalidad espeluznante. Por supuesto que en Auschwitz era imposible conseguir y mucho menos vestir un talit katán. Por esa razón, Moshé Silber nunca dudó que sobreviviría a Auschwitz. ¿Por qué? Porque, al fin de cuentas, el Rebe de Munkatj le había dicho que moriría con un talit katán puesto. Si lo había dicho el Rebe de Munkatj, un gran tzadik, sin dudas así sería.

De hecho, Moshé Silber sobrevivió la guerra. Durante muchos años recibió visitas en su casa de Nueva Jersey luciendo su talit katán y contó historias maravillosas sobre su antiguo oponente, el Rebe de Munkatj, cuyas palabras le dieron la fortaleza y esperanzas para sobrevivir un infierno.

Una y otra vez vemos cómo el hecho de enfocarnos en el futuro puede ayudarnos a superar momentos de crisis y tragedia. Un ejemplo lo encontramos en la parashá de esta semana: Shlaj.

A pedido de los israelitas, Moshé, envió un grupo de espías a explorar la tierra de Israel. Diez de los 12 espías regresaron con un informe negativo y les advirtieron a los israelitas sobre el gran peligro que implicaba entrar a la tierra. Ellos afirmaron que los canaanitas eran muy fuertes, los israelitas no podían llegar a vencerlos.

Si bien los otros dos espías, Caleb y Iehoshúa, se opusieron a esos argumentos, el pueblo no les creyó y una ola de desesperanza se apoderó del campamento. Muchos propusieron abiertamente que debían desobedecer la voluntad de Dios y volver a Egipto. Enojado por esta traición, Dios les informó que, de hecho, no entrarían a la tierra de Israel. En cambio, vagarían durante 40 años por el desierto y solamente sus hijos heredarían la tierra.

Un interesante Midrash señala que esto no fue algo tan malo, porque en verdad los israelitas no estaban preparados para entrar a Israel y necesitaban pasar un tiempo en el desierto para crecer espiritualmente y alcanzar una mayor confianza en Dios.

De todas maneras, ante el anuncio de que permanecerían en el desierto, una desesperanza aún mayor se adueñó del campamento de Israel. ¿Qué garantía tenían de que entrarían alguna vez a la tierra?

En un esfuerzo para calmar al pueblo y asegurarle que todo estaría bien, Dios le dijo a Moshé que le enseñara al pueblo la mitzvá de jalá (la separación de una porción de la masa, que se le entregaba a los cohanim). La clave aquí es que jalá es una mitzvá que en un principio sólo podía ser observada luego de que el pueblo entrara a la Tierra de Israel.

El pueblo sintió mucho alivio al entender que Dios planificaba el ingreso futuro de la nación a la tierra. A pesar de que la situación actual era difícil, confiaban que habría un futuro mejor. Al igual que Moshé Silber y el talit katán…



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Quejas...

SEMANA 36


Behaalotjá (Números 8-12)

Quejas

por: Rav Noaj Weinberg zt"l

¡Quejas, quejas y más quejas! La parashá de esta semana está llena de desconcertantes quejas.

“El pueblo comenzó a quejarse; fue malo en los oídos de Hashem… La multitud mezclada que estaba entre ellos cultivó un deseo, y los Hijos de Israel lloraron una vez más, y dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? Recordamos el pescado que comíamos gratis en Egipto; los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y el ajo. Pero ahora nuestra vida está reseca, no hay nada; no tenemos nada que esperar fuera de maná” (Bamidbar 11:1, 4-6).

El érev rav, la multitud mezclada, tenía un fuerte antojo y lloró. El pueblo judío también clamó por carne, y recordaron el pescado que comían gratis durante su esclavitud en Egipto, así como los zukinis, las sandías, las cebollas y el ajo. Rashi, citando al Sifrí, explica que mencionaron esos alimentos en particular porque el maná tenía el sabor de lo que ellos quisieran salvo esas cosas, que son perjudiciales para mujeres que amamantan.

¿Qué está pasando? ¿El pueblo judío se queja por escasez de carne? ¿Anhelan pescado? ¿Extrañan el sabor del zukini? ¿Es por eso que se están quejando? Recuerda, estamos hablando de la Dor Deá, la generación que veía el pilar de fuego en la noche y las Nubes de Gloria durante el día. Vivían con milagros y oyeron a Dios hablar en Sinaí. ¿Y ahora preguntan “en dónde está el ajo”?

¿Cómo podemos entender esto? Los adultos no lloran por una falta de carne, ¡en especial cuando son profetas de Dios! Debemos examinar el significado de su queja, porque no puede ser entendida en base a lo que aparenta a simple vista.

La mayor tragedia

A fin de cuenta, sólo hay una tragedia por la que llora la gente grandiosa, y es estar lejos de Dios. Para la generación que recibió la Torá directamente de Dios, la cercanía a Él era lo único que importaba, mientras que un vacío en este aspecto era realmente una tragedia.

El pueblo judío no se estaba quejando por no tener pescado; estaba reaccionando ante lo que la falta de pescado implica respecto a su relación con Dios. Creían que esa falta significaba que Dios se había alejado de ellos. Incluso cuando estaban esclavizados en Egipto, Hashem había hecho que tuvieran abundancia de pescado en el Nilo. Hasta pudieron comer pepinos y sandía en Egipto; pero ahora esas cosas les faltaban. Eso los llevó a pensar: “Si Hashem estuviera realmente cerca de nosotros, nos daría todo lo que necesitamos. Tener esta deficiencia debe significar que nos hemos alejado de Él”.

La tragedia es su concientización de que ya no estaban tan cerca de Dios como antes. Eso es algo por lo que valía la pena llorar. De hecho, es lo más importante por lo que llorar.

Si su llanto estaba justificado, ¿en qué se equivocaron? Rashi (11:7) explica: “Los israelitas dijeron: ‘No tenemos nada que esperar salvo maná’, mientras que el Santo, bendito Sea, escribió en la Torá: ‘El maná era como semilla de coriandro…’ como diciendo: ‘Vean, todos los habitantes del mundo, sobre lo que mis hijos se quejan; ¡el maná es excelente en tantos aspectos!’. Más aún, hubo una razón por la que el maná no podía saber a esos alimentos que carecían: son nocivos para las mujeres que amamantan” (Rashi 7:5). Bnei Israel no se equivocaron en creer que kol deavid Rajmana letav avid - todo lo que hace Hashem es para nuestro bien (Brajot 60b). Sí, había deficiencias, pero tenían una razón. El error del pueblo judío fue interpretar que las deficiencias eran causadas por el abandono de Dios, en lugar de verlas como algo que un padre amoroso hace para alentar a sus hijos a crecer.

La raíz de su error fue la falta de hakarat hatov (apreciación) por todo el bien que Dios les había dado. Eran abrazados por la Shejiná y rodeados por milagros: Nubes de Gloria, agua que brotaba de una piedra, maná todas las mañanas con sabor a lo que ellos quisieran. Si bien encontraron una buena razón para creer que Dios se había alejado de ellos, si hubieran sido lo suficientemente agradecidos por todos Sus regalos, no se hubieran quejado. Hubieran entendido que el maná era exactamente lo que necesitaban: les estaba enseñando una lección sobre bitajón, los estaba entrenando para confiar en que Hashem les proveería su sustento diario. Hubieran entendido que todo lo que Hashem hacía era para ayudarlos a crecer, y que una carencia no es señal de rechazo.

Todos tenemos alguna deficiencia en nuestras vidas; la manera en que respondemos a nuestros desafíos únicos refleja nuestro sentido de gratitud. Si carecemos valoración por el bien que Hashem nos ha dado con tanto amor, probablemente responderemos con quejas y negatividad, concluyendo incluso que Dios nos ha abandonado. Pero si somos agradecidos por todo lo que Dios hace por nosotros y como resultado sentimos Su generoso amor, entonces tomaremos la carencia con calma y nos enfocaremos en lo que Dios nos quiere enseñar y en cómo nos empuja a crecer. Cuando nos damos cuenta de todo lo que Hashem ha hecho por nosotros, nuestras quejas se evaporan.

Cuando despertamos por la mañana es un momento perfecto para trabajar en apreciar los incesantes regalos de Dios. Cuando digas Modé Aní, siente que estás en presencia de Dios y siente Su amor. Te está dando el regalo de otro día. Y hazte consciente de que todo lo que hará hoy por ti será para tu bien. Dios está aquí contigo, alentándote y llenándote de regalos. Así que deja de quejarte y comienza a apreciar, y escucha los mensajes que Hashem te está enviando.



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Los cohanim (sacerdotes)

SEMANA 35


Nasó (Números 4:21-7:89)

 Los cohanim (sacerdotes)

por: Rav Yehuda Appel.

Un miembro prominente de una congregación se acercó a su rabino y le dijo:

—Rabino, quiero convertirme en un cohen.

El rabino se negó con suma delicadeza, para no ofenderlo.

—Rabino, si me convierte en cohen, donaré 25.000 dólares a la sinagoga —dijo el hombre.

El rabino continuó negándose.

—Está bien, ¡donaré 50 mil!

Incómodo, el rabino debió negarse nuevamente.

—Oferta final: 100 mil dólares. Tome el dinero y conviértame en cohen, ¡de lo contrario abandonaré la sinagoga!

Para ganar tiempo, el rabino le preguntó por qué quería ser cohen.

—Muy simple —dijo el hombre—. Mi padre era cohen, mi abuelo era cohen… Yo también quiero ser cohen.


En la época del Templo Sagrado, el estatus hereditario era algo que los cohanim, las familias sacerdotales, preservaban con orgullo. Los cohanim tenían la responsabilidad de conducir el servicio en el Templo y eran líderes espirituales del pueblo.

Sin embargo, desde la destrucción del Templo, disminuyeron considerablemente las oportunidades disponibles para que los cohanim sirvan a la nación. De hecho, en la actualidad las únicas oportunidades en las que un cohen cumple este rol es al realizar pidión habén y al recitar la bendición sacerdotal, que se encuentra en la parashá de esta semana: Nasó.

Que Hashem te bendiga y te proteja.

Que Hashem haga brillar Su rostro hacia ti y te agracie.

Que Dios eleve Su rostro hacia ti y te de paz.

El Or HaJaim explica que el primer versículo implica que el éxito que recibirás será tan grande que necesitará un cuidado especial. El segundo versículo es una bendición para que estemos muy cerca de Dios y que nos veamos motivados a hacer el bien. El versículo final afirma la esperanza de que todos los impedimentos que causamos en nuestra relación con Dios queden de lado, y que alcancemos la paz verdadera mediante la unión completa con Dios.

En la actualidad se acostumbra que en la noche del viernes, en la mesa de Shabat, los padres bendigan a sus hijos con estas bellas palabras.

Quizás no es casualidad que el descubrimiento arqueológico más antiguo de un versículo bíblico sean las palabras de la bendición sacerdotal, encontradas en un amuleto de 2.500 años de antigüedad.

En la práctica, los cohanim recitan esta bendición a diario en el servicio matutino en Israel y sólo durante las festividades en la Diáspora (los sefaradíes dicen la bendición a diario también en la Diáspora).

Sin embargo, el procedimiento verdadero de la bendición sacerdotal involucra más que la simple pronunciación de las palabras. De acuerdo con la tradición mística judía, la posición de las manos del cohen durante la bendición es tan importante como las palabras mismas. Los dedos del cohen se alinean de manera tal que representan el Nombre inefable de Dios. La mano derecha (que representa la bondad) debe estar levemente elevada por sobre la izquierda (que representa el juicio). Todo esto tiene el objetivo de que baje la Presencia Divina hacia la congregación.

El efecto de la bendición no se limita a la congregación. La bendición sacerdotal contiene sesenta letras, que representan los 60 grupos de diez mil (600.000 personas) que recibieron la Torá en el Monte Sinaí. A su vez, estas 600.000 personas corresponden a los 600.000 prototipos de almas que existen en la creación. Cuando los cohanim recitan la bendición de 60 letras, la bendición recae sobre cada judío.



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Una nación unida...

SEMANA 34


Bamidbar (Números 1:1-4:20)

Una nación unida

por: Rav Yehuda Appel.

El Talmud dice que la generación de Iehudá bar Ilai representa el estudio de Torá en su máxima expresión. ¿Qué destacó a esa generación? El Talmud afirma que en ese período seis personas estudiaban juntas, compartiendo una misma cobija. En un nivel, el Talmud implica que a pesar de tener una sola cobija por la gran pobreza que había, el pueblo continuaba dedicado al estudio de la Torá.

Sin embargo, Rav Jaim Shmuelévitz ofrece otra explicación. Él afirma que la única forma en que seis personas pueden sentarse juntas bajo una misma cobija es si cada uno se preocupa por el otro, asegurándose que todos estén cubiertos. La verdadera grandeza de la generación de Rav Iehudá bar Ilai fue el amor y el respeto mutuo que existía.

En la Torá encontramos algo similar respecto a la revelación en el Monte Sinaí. La Torá describe que el pueblo judío estuvo tan unido en el momento de la revelación, que fue como si en el Monte Sinaí hubiera estado una persona. Precisamente por esta unión tuvieron el mérito de recibir la ley Divina.


Este tema juega un rol trascendental en Bamidbar, la parashá de esta semana, donde la Torá se extiende describiendo el campamento israelita en el desierto:

En medio del campamento estaban los levitas y el santuario. Alrededor de este centro estaban las 12 Tribus, conformando un cuadrado. Había tres tribus en cada lado del cuadrado (norte, sur, este y oeste), conformando campamentos menores. Cada tribu tenía una bandera con su insignia particular. Los colores de las banderas correspondían a los colores de las piedras del pectoral del Sumo Sacerdote, cada una de las cuales representaba a otra tribu.

El Midrash dice que cuando Dios sugirió esta disposición, Moshé cuestionó la idea diciendo: "Ahora habrá disputas entre las tribus". Moshé pensó que cuando comenzara a explicar quién viajaría al este y quién al oeste, quién estaría al frente y quién detrás, la gente comenzaría a discutir. Además, cada dirección está asociada con una cualidad y una bendición diferente. Por ejemplo, el norte está asociado con la riqueza y el sur con la sabiduría.

Dios le dijo a Moshé que no debía preocuparse. Las tribus aceptarían la organización del campamento por una simple razón: años antes, en el funeral de Iaakov, sus 12 hijos transportaron el ataúd. Ellos se pararon alrededor del ataúd de la misma en que las tribus serían organizadas en el campamento. Por lo tanto, cada uno sabría que estaba en el lugar adecuado. Dios le dijo a Moshé que no se preocupara, porque cuando alguien conoce su lugar inevitablemente se mantiene calmo y sereno.


Y así fue. En nuestra parashá, después de una larga descripción de quién viajaría primero y quién último, la Torá dice: “Y el pueblo judío hizo exactamente como se le instruyó” (Números 1:54).

El amor y el respeto por cada individuo, así como el reconocimiento de la forma en que cada uno contribuye al todo, es la forma en que nuestra nación alcanza la verdadera grandeza.

Que ocurra pronto y en nuestros días.



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Reparar el mundo

SEMANA 33



Bejukotai (Levítico 26:3-27:34)
Reparar el mundo

El judaísmo reconoce que toda persona tiene un rol particular para cumplir en este mundo. Las enseñanzas místicas declaran que cada hora que Dios nos da, viene acompañada por la responsabilidad de ayudar a reparar el mundo en algún aspecto.

Este concepto de tikún olam, de reparar el mundo, también se extiende a repararse a uno mismo. Toda persona tiene un área principal de debilidad (ya sea chismear, deshonestidad, arrogancia, etc.) en la que debe enfocar su atención para lograr un tikún personal. Los Sabios explican que la necesidad de corregir esta área de debilidad es la razón por la que la persona vino al mundo.

Un corolario de esta idea es la creencia de que todas las personas deben elegir una mitzvá particular para cumplir lo mejor que puedan. Ya sea dar caridad, visitar a los enfermos, cumplir el kashrut o cualquier otra cosa, esta mitzvá especial ayuda a la persona a enfocarse con todo en un área de crecimiento espiritual. Más aún, la mitzvá especial de cada persona puede servir como un ángel defensor en el día del juicio.

Bejukotai, la parashá de esta semana, habla sobre las grandes responsabilidades que recibió el pueblo judío. Así como cada individuo tiene una misión para mejorar el mundo, también el pueblo judío tiene ese rol.

En la parashá, Dios se dirige al pueblo judío en su totalidad, informándole sobre la severidad de los juicios (desde enfermedades hasta el exilio) que enfrentarán si no siguen Su camino. La dureza de estas aflicciones puede verse como una consecuencia directa de la importancia de la misión del pueblo judío. Por ser la nación que recibió las instrucciones de Dios para crear una sociedad perfecta, el pueblo judío es examinado de acuerdo con un estándar más elevado.

Por el otro lado, al comienzo de la parashá, Dios le promete al pueblo judío que si se conducen de acuerdo con Mis leyes y guardan Mis mandamientos serán bendecidos con gran paz y riqueza. Así como hay potencial para la tragedia, también pueden recibir una gran bendición.

Por supuesto, la gran pregunta es a qué se refiere la Torá cuando dice si se conducen de acuerdo con Mis leyes. ¿Qué es exactamente lo que se espera del pueblo judío?

Rashi explica que conducirse de acuerdo con Mis leyes significa que siempre, en todas las situaciones, en todo lugar, debemos estudiar Torá. Los judíos deben sumergirse en el estudio de la Torá y convertirse en una nación de eruditos.

El Sfat Emes, un gran rabino jasídico del siglo XIX, dice que esta idea va más allá de la simple adquisición de sabiduría de Torá. Conducirse de acuerdo con las leyes de Dios implica también estar tan conectado a Su voluntad que Su presencia se vuelve manifiesta sobre la tierra.

Esto transmite una profunda enseñanza sobre la naturaleza del tikún de cada persona. El tikún se logra cuando el individuo se vuelve un instrumento para expresar la voluntad de Dios en la tierra. Y este es realmente el significado más profundo de tikún olam.



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El año sabático y la confianza en Dios

SEMANA 32



Behar (Levítico 25:1-26:2)
El año sabático y la confianza en Dios

Cuentan que a principios de siglo un judío europeo, cansado de la pobreza, decidió resolver sus problemas y jugar a la lotería. Como temía que su acción no fuera exactamente kasher, fue a pedirle a su rabino que aprobara su plan. Le explicó al rabino que sus acciones no harían más que brindarle a Dios la oportunidad de enviarle un muy necesitado dinero. Más aún, dijo el hombre, tenía confianza plena en que Dios le respondería.

—¿Cuántos boletos comprarás? —le preguntó el rabino.

—Tres —dijo el hombre.

—A Dios le alcanzaría con uno —fue la escueta respuesta del rabino.

La idea de bitajón, confianza en Dios, tiene un rol fundamental en el pensamiento judío. Así como una persona deber esforzarse para cumplir las mitzvot, también debe esforzarse para desarrollar su bitajón, la consciencia de que Dios está involucrado activamente en nuestra vida. De hecho, la adquisición de esta "consciencia de Dios" es tan vital que algunos comentaristas explican que es el objetivo real de la observancia de la Torá.

Si bien la verdadera adquisición de bitajón puede ser una experiencia sumamente liberadora, también es algo muy difícil de lograr. Vivimos en un mundo en el que nuestra rutina diaria y el curso natural de los eventos nos llevan a olvidarnos de Dios. ¿Cuántos nos limitamos a comprar sólo un boleto de lotería?

Sorprendentemente, la parashá de esta semana aborda este tema. Buena parte de la parashá se dedica a describir las leyes del año sabático (shemitá), que se cuida en Israel cada siete años. En tiempos bíblicos, en el año de shemitá se cancelaban las deudas y los esclavos eran liberados.

Incluso en la actualidad, durante el año de shemitá se deja descansar la tierra. En toda la Tierra de Israel, ningún granjero judío debería arar ni sembrar. La pausa no sólo favorece la calidad del suelo, sino que también le provee al pueblo judío más tiempo libre para estudiar Torá.

Sin embargo, este sistema de shemitá parecería crear un gran problema: ¡la falta de comida! En este sentido, Dios nos asegura que no debemos preocuparnos:

Quizás dirán: "¿Qué comeremos en el séptimo año? No sembraremos y no recolectaremos nuestra cosecha". Y ordenaré Mi bendición para ustedes en el sexto año y la cosecha producirá [suficiente] para tres años (Levítico 25:20-21).

El Jazón Ish (siglo XX, Israel) explica que si bien esto no garantiza que todo individuo recibirá una cosecha triple, sí garantiza que, colectivamente, la tierra del pueblo judío producirá una cosecha mucho más abundante que lo natural. De esta manera se nos recuerda que Dios es la fuerza detrás del orden natural, y que cuando Él lo decide dispensa en una proporción mucho mayor a lo natural.

En este sentido, el año de shemitá es paralelo al Shabat, cuya función principal también es recordarnos que Dios creó el mundo y que, a fin de cuentas, Él lo controla. Integrar esta idea a nuestra vida es la base del bitajón, la verdadera confianza en Dios.


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La cuenta del Ómer

SEMANA 31



Emor (Levítico 21-24)
La cuenta del Ómer

Una famosa parábola describe cómo un hombre pobre, desesperado por encontrar los recursos para sustentar a su familia, navega hacia costas lejanas. Trágicamente, el barco se hunde en el mar tormentoso, pero él se las ingenia para sobrevivir y llega a una isla tropical. Para su asombro, cuando llega a la costa ve que la isla está literalmente cubierta de diamantes. Hay diamantes en la playa, diamantes al borde del camino, diamantes por todos lados.

Decidido a volver a casa, encuentra en la isla un constructor de barcos y le ofrece pagarle con diamantes para que le construya uno. El constructor se ríe y le dice: "¿Pero qué voy a hacer con diamantes que no valen nada?"

El desafortunado extraño aprende rápidamente que la moneda de valor en la isla son los cartílagos de vaca. Trabaja duro durante varios años y logra ganar suficientes cartílagos no sólo para pagar el barco, sino también para llevar una gran cantidad a su casa. Cuando el barco está terminado, el viajero lo carga con cartílagos y parte hacia su hogar.

Cuando llega, la familia está feliz de verlo. Él anuncia con orgullo: "¡Ahora somos ricos!". Abre la escotilla del barco y les muestra… ¡cartílagos de vaca! Se hace un silencio espantoso. El pobre hombre se da cuenta de su terrible error y comienza a llorar.

En alguna medida, todos somos el hombre pobre de esta historia. Llegamos a este mundo para cumplir ciertas tareas y respetar ciertos valores, pero a menudo perdemos la dirección en el frenético ritmo de la vida moderna. Demasiado a menudo priorizamos la carrera sobre la familia, o en la negociación entre la conveniencia y los valores, cambiamos diamantes por cartílagos de vaca. Trágicamente, nunca podemos recuperar el tiempo perdido.

¿Cómo se puede luchar contra esta confusión?

Una de las herramientas más poderosas que ofrece el judaísmo es el Shabat. En Shabat, el judío está libre de las actividades frenéticas y absorbentes de la semana, puede hacer una pausa y enfocarse en los elementos realmente importantes de su vida. En Shabat pasamos más tiempo en casa con nuestra familia y en la sinagoga con Dios. Salimos a caminar, repasamos los logros de la semana y analizamos la dirección de nuestra vida.

El judaísmo dice que hay otros dos momentos particularmente poderosos para evaluar nuestras acciones: las Altas Fiestas y el período entre Pésaj y Shavuot. Este último período, descrito en Emor, la parashá de esta semana, se conoce como el tiempo de la "Cuenta del Ómer". A partir del segundo día de Pésaj, la Torá nos ordena contar 49 días hasta llegar a Shavuot, la celebración por la recepción de la Torá en el Monte Sinaí.

De acuerdo con muchos comentaristas, el objetivo de esta cuenta es unir la festividad de Pésaj con la de Shavuot. Si bien es cierto que el pueblo judío recibió su libertad física en Pésaj, esa libertad básicamente no tuvo sentido hasta que recibieron la Torá en el Monte Sinaí en Shavuot. Por lo tanto, Shavuot es el objetivo final de la saga de Pésaj. Nuestra cuenta de los días a medida que avanzamos hacia Shavuot nos recuerda que tenemos que focalizar en objetivos significativos, simbolizados por la Torá y el Monte Sinaí.

Otras fuentes (Najmánides y el Abarbanel) notan la asociación entre la cuenta del Ómer y la época de la cosecha. La palabra ómer representa una unidad de medida y se refiere a la cantidad de harina de cebada que se ofrendaba en el Templo el segundo día de Pésaj. Esta ofrenda se realizaba en la época de la cosecha de cebada y era una expresión de agradecimiento a Dios. Al final de los 49 días de la cuenta, en el momento de la cosecha de trigo, se llevaba también una ofrenda de trigo.

De acuerdo con el Abarbanel, debido a que la población agrícola de Israel estaba dedicada a las actividades de la cosecha, quedaban completamente absortos en su trabajo y olvidaban la importancia del período. La cuenta del Ómer servía para quebrar ese ensimismamiento y reenfocar a los judíos en los valores representados por la festividad de Shavuot.

Durante estas semanas, cuando los judíos de todo el mundo cuentan el Ómer, la cuenta se volvió un recordatorio moderno para que nos enfoquemos en los diamantes de nuestras vidas… y no en los cartílagos.


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Jubilación

SEMANA 30



Kedoshim (Levítico 19-20)
Jubilación

Durante muchos años, Estados Unidos perdió la mayoría de sus personas sabias y capaces a causa de… la jubilación. Tanto en las universidades como en los negocios, la ley obligaba a la persona a abandonar su profesión al llegar a los 65 años. Afortunadamente, en los últimos años hubo un replanteo de esta política.

Desde la perspectiva de la tradición judía, que valora la sabiduría, esas reglas no tienen sentido. Cuanto mayor es la persona, más probable es que haya adquirido sabiduría y experiencia. En consecuencia, en lugar de negares la oportunidad de compartir su conocimiento, el judaísmo enseña que los ancianos deben liderar a nuestro pueblo.

En la Torá, muchos de los grandes líderes del pueblo judío alcanzaron sus posiciones a una edad avanzada. Abraham respondió por primera vez al mandato de Dios de ir a Canaán cuando tenía 75 años. Cuando los israelitas partieron de Egipto, fueron liderados por Moshé y Aharón, de 80 y 83 años de edad respectivamente.

El Talmud declara: "Si los jóvenes te dicen que construyas y los ancianos que destruyas, debes destruir en lugar de construir, porque la destrucción indicada por los ancianos es, en sí misma, constructiva".

La Torá describe cómo Rejavam, el hijo del Rey Shlomó, dio la espalda al consejo de sus consejeros más ancianos y en cambio hizo caso a los más jóvenes. ¿El resultado? Perdió la mayoría de su reino y la nación judía quedó irremediablemente dividida entre el Reino Norte y el Reino de Iehudá. Si hubiera seguido el consejo de los ancianos, esta tragedia se hubiera podido evitar.

Kedoshim, nuestra parashá, habla del respeto a los ancianos. La palabra kedoshim significa santos, y buena parte de la parashá trata sobre las leyes diseñadas para ayudar al pueblo judío a convertirse en una nación santa. Entre esas leyes está la obligación de ponerse de pie ante una persona mayor y respetar a los ancianos (Levítico 19:32). Los Sabios interpretaron esta ley de forma bastante literal y la ley judía nos obliga a ponernos de pie por respeto cuando pasa a nuestro lado una persona mayor. El Shulján Aruj, el Código de Ley Judía, dice que una persona adquiere el status de “anciana” a los 70 años. Los ancianos gentiles también deben ser honrados y respetados. Esta mitzvá continúa vigente y es respetada por muchos judíos observantes.

Entre las leyes de respetar a los ancianos está la orden de no sentarse en su silla, no responder en lugar de ellos y no contradecir sus palabras. Es interesante que estas leyes sean similares a las que debe cumplir un niño hacia sus padres. En ambas instancias, entre otras cosas, se reconoce que la persona de más edad tiene más sabiduría.

Sin embargo, la tradición judía no relega la posibilidad de ser sabio exclusivamente a los mayores de 70 años. Se le brinda el mismo respeto y reconocimiento a quienes logran un gran conocimiento y sabiduría de Torá a edades mucho más tempranas. Por ejemplo, la ley judía también exige que uno se ponga de pie cuando pasa a nuestro lado un erudito de Torá.

La Torá concluye que hay dos formas de obtener sabiduría: a través de la experiencia de vida y por medio del estudio de la Torá.


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Una clasificación de las mitzvot

SEMANA 29



Ajarei Mot (Levítico 16-18)
Una clasificación de las mitzvot

En su etapa de estudiante de midrashá en Israel, mi esposa y sus amigas se preparaban sus propias comidas. Una noche, cuando mi esposa estaba a punto de asar un pollo, una compañera de cuarto la detuvo horrorizada.

—¿No sabes que no se puede cocinar un pollo entero? Primero debes quitarle las patas —le dijo su amiga.

Mi esposa jamás había escuchado algo así; tampoco los rabinos con los que consultó el tema al día siguiente. Entonces la compañera de cuarto le preguntó a su madre por qué cocinaba los pollos de esa forma. La madre dijo que lo había copiado de su propia madre, que era meticulosa en la observancia de las leyes de kashrut. Decidieron preguntarle a la abuela:

—¿Por qué siempre cortabas las patas del pollo?

—Muy simple —respondió la abuela—. ¡Porque no había suficiente lugar en la fuente!

Diferentes clases de leyes

A veces en el judaísmo puede surgir una costumbre extraña a causa de un malentendido. Pero con mayor frecuencia ocurre que la gente simplemente ha olvidado la intención de una costumbre importante. Por eso los rabinos hablan a menudo en contra de la observancia rutinaria de las mitzvot, y nos alientan a investigar el “por qué” detrás de la ley. (Aunque la falta de entendimiento no exceptúa a la persona del cumplimiento de la mitzvá).

Los rabinos también temieron que se confundieran las diferentes fuentes de la ley judía. Para evitarlo, hay distinciones claras entre las leyes que vienen de la Torá misma y las que instituyeron los rabinos. La ley rabínica, aunque sea observada con el mismo cuidado, no tiene el mismo estatus legal que una ley de la Torá (las costumbres, cuando son aceptadas por la comunidad, deben ser respetadas como si fuesen una legislación promulgada. De todos modos, no tienen el mismo valor que una ley).

Casos de duda

Hay unas pocas diferencias esenciales entre la ley de la Torá y la ley rabínica. Primero: mientras que una ley de la Torá jamás puede ser anulada, una ley rabínica puede llegar a ser revocada por un cuerpo rabínico calificado más grande que el que inició la ley.

Otra diferencia: cuando una persona está en duda respecto a si cumplió un mandamiento, entonces si la ley involucrada es rabínica, puede ser indulgente. Sin embargo, si la fuente de la ley es de la Torá, los casos de duda se deben tratar con rigor.

Aquí hay un ejemplo práctico: después de comer pan, si uno no está seguro de haber recitado birkat hamazón (la bendición para después de comer pan), debe recitarla de nuevo, porque la fuente de esta mitzvá es de la Torá. En cambio la bendición hamotzí que se dice antes de comer pan es un decreto rabínico, por lo que si alguien no está seguro de haberla recitado, no debe decirla una segunda vez.

Erigir un cerco

Muchos decretos rabínicos son llamados siaguim, cercos. Su propósito es evitar que se transgredan las leyes de la Torá, de la misma forma que un cerco protege de daños una propiedad. Los rabinos no inventaron por sí mismos esta idea de hacer cercos. En la Torá misma, al final de la parashá de esta semana, Dios les dice a las cortes rabínicas: “protejan mi pacto”. Esto significa que deben esforzarse para evitar que el pueblo transgreda las leyes de Dios.

¿Por qué? Así como Dios promulgó leyes que evitan que las personas realicen actividades nocivas, los Sabios recibieron la orden de promulgar leyes para evitar que el pueblo transgreda los dictámenes de la Torá. Al hacerlo, los rabinos se aseguraron de dejar bien claro qué leyes son de origen rabínico, para evitar una confusión que pudiera llevar a que la gente corte innecesariamente las patas de sus pollos antes de cocinarlos…


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Todo sobre la Mikve

SEMANA 28



Metzorá (Levítico 14-15)
Todo sobre la mikve

Hace unos años, mi esposa enseñó sobre taharat hamishpajá, las leyes de pureza familiar, en una escuela judía de la ciudad. Durante las semanas previas a que comenzaran sus clases, rabinos locales de diversas denominaciones alentaron a sus congregantes a asistir a la sesión, señalando que la pureza familiar es una parte fundamental de la tradición judía.

Una estudiante compartió su propia y hermosa tradición personal, que ilustró cómo las leyes de pureza familiar pueden renovar un matrimonio. La mujer contó que cada mes cuando ella regresa de la mikve, su esposo vuelve a colocarle cariñosamente el anillo de casamiento y le dice palabras apropiadas a su “novia”.

La observancia de taharat hamishpajá fue una característica central de la vida judía durante miles de años. Encontramos mikvaot en la España medieval, en la antigua Italia y en la famosa fortaleza de Masada. De hecho, para los arqueólogos, la presencia de una mikve es el elemento más importante para determinar si el asentamiento que acaban de descubrir es judío. Esto es consistente con la halajá (la ley judía), que obliga a construir en una ciudad una mikve antes que una sinagoga.

La fuente de las leyes de la mikve y de pureza familiar se encuentra en la parashá de esta semana. La Torá ordena que cuando una mujer tiene flujo menstrual, ella y su esposo deben mantener cierta separación. Durante este período la mujer está temeá, un término hebreo que ha sido erróneamente traducido como sucia o impura.

Una semana después de la cesación del flujo menstrual, la mujer va a la mikve, donde experimenta un renacimiento espiritual. Muchos aspectos de la experiencia de la mikve refuerzan esta idea del renacimiento. La mikve debe tener un mínimo de 40 seá (una unidad de medida bíblica) de agua. El número 40 alude al cuadragésimo día después de la concepción, cuando el alma del niño entra al embrión. La mujer no debe tener adornos ni barreras entre ella y el agua, porque cuando ella emerge de la mikve es como un recién nacido que deja las aguas del útero.

¿Cuál es la razón de la separación entre el esposo y la mujer? El Talmud explica que durante este período de abstinencia, aumenta el deseo del uno por el otro. La sabiduría de esta observación talmúdica fue corroborada por psicólogos y estudios psicológicos, así como por el testimonio de sus adherentes. Muchos hombres y mujeres declaran que por observar esta práctica cada mes sienten como si tuvieran otra luna de miel.

Otros dicen que la abstención intermitente de las relaciones físicas refuerza la relación, ya que la pareja debe relacionarse en un nivel emocional independiente del aspecto físico.

El pueblo judío fue tradicionalmente conocido por la fortaleza de sus familias. Quizás la principal razón de esta fortaleza es la observancia de taharat hamishpajá.


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Una seria revisión espiritual

SEMANA 27



Tazriá (Levítico 12-13)
Una seria revisión espiritual

Hace unos años, fui a visitar a mi rabino en su casa en Jerusalem y llegó un grupo de sabios ancianos para hacerle una consulta. En el barrio en el que ellos vivían durante los últimos meses varias personas sufrieron enfermedades serias y una semana antes alguien sufrió un accidente fatal. Los líderes del barrio estaban alarmados por ese aumento repentino de acontecimientos trágicos y fueron a preguntarle a mi rabino qué revisión espiritual debía hacer la comunidad.

Esta idea de ver los eventos desafortunados como un llamado para examinar nuestros actos está profundamente arraigada en la tradición judía. En tales circunstancias, la persona debe realizar un jeshbón hanéfesh (literalmente: examinar sus actos) y afirmar la necesidad de mejorar su comportamiento. Esto, junto con la plegaria, es la marca distintiva de la forma en que los judíos reaccionan ante las situaciones difíciles.

¡OH NO! ¡NO DE NUEVO!

Este concepto lo encontramos en la parashá de esta semana: Tazría.

La parashá comienza analizando las leyes relativas a la mujer que acaba de dar a luz. Unas semanas después del feliz evento, ella lleva ofrendas especiales al Templo Sagrado: un cordero como ofrenda de ascensión y una tórtola como ofrenda de pecado. La ofrenda de ascensión es una expresión de gratitud por la bondad de Dios. Pero, ¿por qué tiene que llevar una ofrenda de pecado? ¿Qué pecado pudo haber cometido la mujer al dar a luz? Al fin de cuentas, ¿tener un hijo no es una mitzvá?

Los comentaristas ofrecen varias explicaciones. Una interpretación señala que debido a que el parto incluye mucho dolor e incomodidad, la mujer puede llegar a jurar que jamás volverá a tener otro hijo. Si bien se puede entender que sienta así bajo esas circunstancias, es algo contrario al mandamiento del Creador de ser fructífero y multiplicarse. Para no avergonzar a algunas mujeres en particular, la Torá exigió que todas deban llevar ofrendas de pecado.

PASADO Y FUTURO

Rav David Tzvi Hoffman ofrece otra explicación. Él señala que el parto mismo es una experiencia sumamente fantástica y estimulante. Sin embargo, junto a toda esa majestuosidad, la experiencia también puede generar en la madre sentimientos de humildad. Ella puede llegar a sentir que no merece semejante milagro porque sabe que es culpable de haber cometido transgresiones en el pasado. Para reconciliar esos sentimientos, la Torá le dice que debe llevar una ofrenda de pecado.

Otra explicación es sugerida por la naturaleza misma del parto. En el pasado, el parto era un evento peligroso. Al enfrentar esa amenaza a su vida, la mujer judía seguía la antigua tradición de realizar un jeshbón hanéfesh de sus acciones, reconocía sus errores y se comprometía a realizar buenos actos.

Después de reconocer la necesidad de mejorar el comportamiento, es apropiado que la Torá les brinde a estas mujeres la oportunidad de llevar una ofrenda de pecado, un testimonio de su sincero deseo de cambiar. Por lo tanto, la ofrenda no estaba relacionada con pecados del pasado sino que era una afirmación del futuro crecimiento, simbolizado por esta enigmática ofrenda.


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